Este finde hemos tenido doble visita y una enorme alegría (creo que ya sabéis por qué…).
El sábado, nuestros host accedieron a llevarnos a una de mis peticiones expresas, al lago Cuatepeque.
No se trata de un lago cualquiera. Es un volcán de cuyo cráter comenzó a manar agua convirtiéndose en lo que es actualmente, en un lago de agua dulce.
Fuimos con varios maestros y maestras del colegio. Nuestro chofer –un chaval de 21 años- llevaba equipo de snorkel y todo el tinglao. Así que me apunte con él a bucear por el lago.
Eso si, no vi ni una bota… Tampoco había peces. Supongo que las aguas volcánicas no deben ser las más acogedoras para carpas y demás.
Por cierto, he destacado lo de chofer por lo que viene a continuación.
Resulta que en El Salvador hay un montón de empleos informales. Y el de chofer es una de las estrellas. Nuestro querido conductor a pesar de su juventud trabaja nosecuantas horas al día, vive de eso. Tiene su furgoneta y recoge a gente desde al alba al anochecer.
Nora, nuestra flatmate y directora del centro, tiene contratado a un señor que viene con su pick up a recogerla a los más variados lugares (el hombre está parado, así que con eso sobrevive y así le ayuda un poco). Como este mil ejemplos más.
Es frecuente ver pick ups a rebosar de gente. Cada uno paga una pequeña cantidad y “palante”.
Otro oficio informal frecuente es el de panadero y suele ser un niño el que trae los bollos por la mañana. En este país el trabajo infantil está extendido, se puede ver en casi cualquier bar a un menor tomando la comanda, o gritando las paradas en el bus, aunque como digo, el de repartidor del pan de cada día es su oficio preferente.
Y vaya si se hacen notar los panaderos. Desde las 6 –e incluso antes- comienzan a hacer sonar unas terribles bocinas que llevan en la popa de sus bicicletas.
Cuando digo terribles es porque lo son. Para que os hagáis una idea, un equivalente al sonido mañanero por excelencia es la sirena -super cutre- de los coches locos de la feria….
Pero como son niños no se puede uno enfadar. Pobres chicos, la mayoría tienen que trabajar para pagarse cosas básicas porque su familia simplemente no puede. Así que no, no te puedes enfadar.
Y es que como he dicho en otras entradas en este barrio hay mucha pobreza. Ahora mismo está lloviendo mucho y es frecuente que cuando esto sucede se caiga algún tabique o se produzca alguna riada. El poco trozo de calle que está pavimentada amanece tras la tempestad lleno de enormes socavones. Imaginad lo que ocurre con el resto, con la zona-albero…
A pesar de todas estas adversidades los niños siguen viniendo a la escuela y algunos consiguen salir adelante, ir a la universidad… Con eso nos quedamos.
Siguiendo con la línea del fin de semana vamos a contar lo que pasó el domingo a las 12:30 hora salvadoreña. Resulta que a nosecuantos miles de Km se jugaba un partido muy importante para un servidor y para otros 46 millones más.
La ciudad se iba llenando de banderitas españolas y de camisetas. Por momentos pensé que estaba en Sevilla. También habían aparecido de la nada montones de puestos ambulantes en los que vendían camisetas de la selección.
El Salvador animaba a España.
Un compañero de la organización, Toni, nos invitó a un parrillada de las buenas para celebrar el campeonato que íbamos a ganar. Lo ganamos y nos comimos 80 filetes con la sonrisa en la cara. Después fuimos a tomar unas pupusas y por momentos pensé que estábamos en la península, camisa roja por todos lados. Aunque las pupusas nos decían que no :P
Así acabo el dominguito.
Ahora es lunes noche y estoy escribiendo esto bajo una intensa lluvia. Ha empezado a llover fuerte por las noches, aunque no ha habido problemas. Esperemos que sólo sea un manto de agua.
Por cierto, llevamos ya dos semanas. A mi se me han pasado volando. Eso siempre es buena señal. La experiencia está siendo increíble. Y lo seguirá, eso seguro.