miércoles, 28 de julio de 2010

Plan del pino, Soyapango, un lugar especial durante un mes

Ya queda poco para que partamos. He tenido la suerte de compartir junto con Arantxa esta grandísima experiencia. Se la recomiendo a tod@s. Hemos convivido con tres misioneras que nos han tratado de forma exquisita. Hemos experimentado lo que es trabajar en un barrio muy pobre, con niños trabajadores que viven con situaciones familiares terribles, maras en las calles y casas que se caen con el viento y la lluvia.

A pesar de lo corto de la experiencia me queda un buen sabor de boca. Ayer fue la despedida oficial del colegio.

Los “bichos” (niños) de bachiller nos repararos dos bailes y un teatro. ¡Y menudos artistas!

Primero hicieron un baile tipo break dance con una coreografía que el menda ni en sueños. Muy muy bueno.

Luego vino un teatro titulado “Del campo a la ciudad” que describía los contrastes existentes en El Salvador, de campesinos y urbanos que se encuentran, quedando manifiestas sus diferencias. Por cierto, no entendí la mitad… Los actores que hacían de jornaleros imitaban tan bien el acento que este andalú no entendía ni papa. Se merecen un Óscar.

Por último, un baile tipo rock and roll con una canción del Dúo dinámico muy divertida.

La despedida fue muy emotiva. Nos dieron el micro. El listón estaba muy alto, no me atreví a decir mucho, sólo les di las gracias por todo el mes, un mes sin duda inolvidable. Arantxa la pobre no pudo decir casi nada porque las lágrimas se lo impidieron.

Los bachiller y otros niños nos regalaron un par de recuerdos del país. Una camiseta y un bolsito de artesanía tradicional preciosos, que os enseñare cuando vuelva a casa.

Nos queda mucha pena de tener que despedirnos de toda esta buena gente y de todos estos “bichos” cariñosos que nos han hecho sentir tan integrados y queridos. Sin duda El Salvador seguirá siendo un capítulo importante en mi vida. Doy gracias a todos por este mes tan bonito. Mucha suerte hermanos salvadoreños.

Los salvadoreños y sus vidas

Hoy voy a hablar un poco de lo que me ha parecido la sociedad salvadoreña. Creo que es un tema bastante interesante.

En general, el rasgo más destacable es la hospitalidad. Todos te acogen de buen grado, te invitan a conocer sitios. Son también muy tranquilos, mucho más que nosotros. Lo de que en Latinoamérica el tiempo pasa más despacio es verdad. Me pregunto si mis amigos alemanes resistirían este nivel de impuntualidad :P (A mi me gusta!!)

A pesar de ello, y dentro de su “mundillo” los salvadoreños presumen de ser de los más puntuales. Y en cierto modo es así. Aunque hay una diferencia importante con respecto a nosotros gringos. Es a la hora de hacer planes. Aquí la espontaneidad es la norma. No se debe uno sorprender que de repente le llamen y le digan de ir a la playa o a comer por ahí para dentro de un par de horas.

Otra cosa es lo que esta gente está pasando. Las maras causan verdaderos estragos. Casi a diario se suceden aquí y allí episodios de violencia. La sociedad está en cierto modo asustada, ya que la situación en algunas zonas está fuera de control.

Dentro de ese submundo en que viven los mareros hay territorios, líderes y rivalidades que nada entienden de leyes, mas bien aplican su propia ley (nada justa por cierto).

Hace poco fuimos a un colegio de Fe y Alegría en la Chacra, que viene a ser “las 3000” de San Salvador. El paisaje es realmente espeluznante. Se vive hacinado en un ambiente agobiante, con infraviviendas que se estrujan y forman un paisaje claustrofóbico.

El colegio entraba dentro de este juego. Está construido en pendiente y aprovechando al máximo el espacio, con lo que los niños tienen muy poco espacio para jugar.

La directora nos contaba historias que tampoco quiero deciros pues no quiero deprimir con mi post, pero os digo que eran fuertes, muy fuertes. Realmente es admirable la labor de esta gente, hay que tener un enorme coraje para trabajar con semejante ambiente.

A pesar de todo, los chicos estuvieron muy simpáticos con nosotros. Los niños son niños, aunque tengan a su padre en la cárcel o maras en casa.

También nos contó historias felices de niños que incluso habían llegado a la universidad.

Me llama la atención que en la mayoría de casos exitosos en los que el niño sale de la marginalidad y consigue una vida digna, luego vuelve y se vuelca con su barrio o con labores sociales. Parece que algunos quieren luchar para sacar la cosa adelante.

Eso es algo positivo, sin duda hay mucha gente comprometida. Los salvadoreños aman su país.

Otro tema que sin duda llama la atención es el asunto religioso. Hay una “batalla” por captar fieles. Los evangélicos y protestantes han desembarcado en el país procedentes de yankeelandia.

Hay muchas iglesias de este tipo. Se hacen notar, pues en sus ruegos divinos gritan, cantan y bailan. Es divertido, aunque a veces parece que están practicando ritos satánicos. Los pastores pegan unos gritos impresionantes utilizando un lenguaje incendiario. Creo que es su estrategia de captación, crean una especie de delirio en sus misas. A mi no me caen muy bien, pues tengo una de estas iglesias cerca de la ventana. Un día estaba cansado, me acosté y me tragué el fin del mundo :P Como digo es algo cuanto menos pintoresco…

¿Qué más? Bueno, como he dicho al principio la gente de este país es fabulosamente amable y acogedora. Y esto es sin duda lo mejor que tiene el “pulgarcito de América”.

martes, 13 de julio de 2010

DOS SEMANAS

Este finde hemos tenido doble visita y una enorme alegría (creo que ya sabéis por qué…).

El sábado, nuestros host accedieron a llevarnos a una de mis peticiones expresas, al lago Cuatepeque.

No se trata de un lago cualquiera. Es un volcán de cuyo cráter comenzó a manar agua convirtiéndose en lo que es actualmente, en un lago de agua dulce.

Fuimos con varios maestros y maestras del colegio. Nuestro chofer –un chaval de 21 años- llevaba equipo de snorkel y todo el tinglao. Así que me apunte con él a bucear por el lago.

Eso si, no vi ni una bota… Tampoco había peces. Supongo que las aguas volcánicas no deben ser las más acogedoras para carpas y demás.

Por cierto, he destacado lo de chofer por lo que viene a continuación.

Resulta que en El Salvador hay un montón de empleos informales. Y el de chofer es una de las estrellas. Nuestro querido conductor a pesar de su juventud trabaja nosecuantas horas al día, vive de eso. Tiene su furgoneta y recoge a gente desde al alba al anochecer.

Nora, nuestra flatmate y directora del centro, tiene contratado a un señor que viene con su pick up a recogerla a los más variados lugares (el hombre está parado, así que con eso sobrevive y así le ayuda un poco). Como este mil ejemplos más.

Es frecuente ver pick ups a rebosar de gente. Cada uno paga una pequeña cantidad y “palante”.

Otro oficio informal frecuente es el de panadero y suele ser un niño el que trae los bollos por la mañana. En este país el trabajo infantil está extendido, se puede ver en casi cualquier bar a un menor tomando la comanda, o gritando las paradas en el bus, aunque como digo, el de repartidor del pan de cada día es su oficio preferente.

Y vaya si se hacen notar los panaderos. Desde las 6 –e incluso antes- comienzan a hacer sonar unas terribles bocinas que llevan en la popa de sus bicicletas.

Cuando digo terribles es porque lo son. Para que os hagáis una idea, un equivalente al sonido mañanero por excelencia es la sirena -super cutre- de los coches locos de la feria….

Pero como son niños no se puede uno enfadar. Pobres chicos, la mayoría tienen que trabajar para pagarse cosas básicas porque su familia simplemente no puede. Así que no, no te puedes enfadar.

Y es que como he dicho en otras entradas en este barrio hay mucha pobreza. Ahora mismo está lloviendo mucho y es frecuente que cuando esto sucede se caiga algún tabique o se produzca alguna riada. El poco trozo de calle que está pavimentada amanece tras la tempestad lleno de enormes socavones. Imaginad lo que ocurre con el resto, con la zona-albero…

A pesar de todas estas adversidades los niños siguen viniendo a la escuela y algunos consiguen salir adelante, ir a la universidad… Con eso nos quedamos.

Siguiendo con la línea del fin de semana vamos a contar lo que pasó el domingo a las 12:30 hora salvadoreña. Resulta que a nosecuantos miles de Km se jugaba un partido muy importante para un servidor y para otros 46 millones más.

La ciudad se iba llenando de banderitas españolas y de camisetas. Por momentos pensé que estaba en Sevilla. También habían aparecido de la nada montones de puestos ambulantes en los que vendían camisetas de la selección.

El Salvador animaba a España.

Un compañero de la organización, Toni, nos invitó a un parrillada de las buenas para celebrar el campeonato que íbamos a ganar. Lo ganamos y nos comimos 80 filetes con la sonrisa en la cara. Después fuimos a tomar unas pupusas y por momentos pensé que estábamos en la península, camisa roja por todos lados. Aunque las pupusas nos decían que no :P

Así acabo el dominguito.

Ahora es lunes noche y estoy escribiendo esto bajo una intensa lluvia. Ha empezado a llover fuerte por las noches, aunque no ha habido problemas. Esperemos que sólo sea un manto de agua.

Por cierto, llevamos ya dos semanas. A mi se me han pasado volando. Eso siempre es buena señal. La experiencia está siendo increíble. Y lo seguirá, eso seguro.

viernes, 9 de julio de 2010

49

Este post lo escribo el jueves, un poco tarde. Pero es ahora cuando tengo cierta perspectiva. Llevamos 4 días trabajando en el colegio y ya es hora de informar.
Hay alumnos desde 4 años hasta los 18. El centro es grande como podéis imaginar.
A mi compañera Arantxa le han asignado varias clases de refuerzo de matemáticas con chicos del equivalente español a 3° y 4° de E.S.O. y bachillerato. La pobre está con el libro de álgebra a cuestas repasando cosas de esas que un día estudias en el instituto.
A mi me ha tocado conseguir que los chicos hablen inglés. Tengo niños de infantil y primaria.
Estoy haciendo cosas parecidas a las que hago en Sevilla. Y es muy divertido.
Eso si, hay importantes diferencias consecuencia de las carencias financieras que tiene El Salvador. Ya me he acostumbrado a las clases con ¡¡¡¡49 niños!!!!  
Y en España nos quejamos. Ayer tuve un 6° de los de 49. Había chicos de varias edades, todos dentro. De 12, de 13, de 14, de 16…. Sin casi material. Sólo el menda, una tiza, una pizarra y muchas ganas. Los chicos al principio reaccionaban con timidez, hasta que conseguí sacar a 4 o 5 de esos atrevidos y que se defienden. Entonces pudimos hacer algunos juegos y lo pasamos bien. 
A pesar del abultado número de alumnos, creo que algo aprendieron.
3° y 4° de primaria son un gusto. A veces simplemente me olvido de que tengo tantos niños. Se portan muy bien y tienen espontaneidad a raudales.
Los infantiles son los más cariñosos y a la vez los que más trabajo dan. Ya sabéis profesoras de infantil la admiración que siento por vuestro trabajo. Hoy si ir más lejos he tenido 44 niños de 4 años. Ha sido duro pero muy divertido. 
Son graciosísimos. Todos tienen cara achinada y me hablan de usted. 
Una cosa se repute desde los más pequeños a los bachilleres. Están muy ilusionados de que estos gringos españoles les visiten.
Y además España está de moda. Una final del mundial no se alcanza todos los días… Eso fomenta en el aspecto motivador :P
Tengo siempre un séquito de niños dispuestos a ayudarme a cargar la maleta, los libros y demás.
Eso si, no penséis que estamos de vacaciones, estamos currando duro.
Mi jornada aquí está siendo mayor que la de Sevilla. Y además hay que trabajar con muchos más niños y con menos medios. Pero le recomiendo esto a cualquiera. En serio, la experiencia de trabajar aquí queda ahí para siempre, irrepetible.
Tras el fin de semana espero tener nuevas cosas que contaros. Con suerte un relato sobre como celebramos nuestro primer mundial en San Salvador!!

Domingo relax y vuelta por los cerros

Este domingo hemos recuperado algo de fuerzas.
La verdad es que estábamos cansados. Eso si, los millones de ruidos mañaneros no cesan, sapos, bichos, pájaros y vendedores ambulantes están ahí desde que amanece.
Y es que otra de las cosas que más me está costando es hacerme al horario salvadoreño. Aquí todo empieza -y termina- más temprano.
Como dije otro día, las farolas son un lujo, así que se vive mucho más cercano a las horas que marca la naturaleza. Por eso, la actividad empieza a las 6 de la mañana y a las 10 estás para que te pongan la cama delante.
La verdad es que se me hace extraño levantarme a las 5 y pico, sólo lo tengo que hacer cuando me obligan mis amigos de ryanair, por no hablar de lo de acostarme a las 10, vuelta a cuando tenía 8 años!
Se hace lo que se puede. Pronto estaremos completamente adaptados. 
El otro tipo de adaptación, el estomacal, va viento en popa. El domingo tuvimos otra ruta gastronómica con plato nacional incluido, pupusas. No os podéis imaginar lo bueno-bonito-baratas que son. 
Los ingredientes son bien sencillos, torta de maíz rellena de frijoles, chicharrones o loroco, todo ello acompañado de queso (a veces parece que estamos en Holanda, hay tanto queso…). Yo fiel a mi estilo de repetir cuando algo me gusta volví a pedir loroco.
Que pena me dará cuando llegué a España y cambien esta flor por ajo…
Un compañero al que llaman cariñosamento Don Cruz nos acompañó a un cerro cercano. Tuvimos una magnifica vista del volcán San Salvador y de la inmensa masa de bosque tropical que se extendía delante nuestra.
La carretera estaba bastante bien, nada que ver con Soyapango. Eso si, por el camino tuvimos que hacer varias paradas debido a que había desprendimientos de roca y árboles que dejaban poquísimo espacio para pasar. Cuando hay una tormenta tropical pasan estas cosas.
Después de esta vuelta por las laderas que rodean la capital, fuimos al “pupusodromo”. Fue allí donde tomé esa riquísima pupusa (de la cual repetí).
Por cierto, el lugar era un parque, de nombre Balboa -sin el Rocky- y era el sitio oficial del dominguero sansalvadoreño. Ahora, que más quisiéramos esa vegetación.
En fin otro buen día en “el pulgarcito”

lunes, 5 de julio de 2010

Loroco en Santa Tecla

Es sábado y toca visita. Tras haber visto al paliza que Alemania le ha dado a Argentina (aquí eran 7:30 de la mañana) es el momento de la primera vuelta por San Salvador y alrededores.

Hugo, profesor de ciencias y subdirector y Alberto, profesor de arte, se han ofrecido para darme un paseíto por la zona.

Primero hemos ido al centro. Un caos absoluto. Varios edificios coloniales y una catedral, que es enorme y preciosa. Hay más puestos ambulantes por metro cuadrado que en cualquier lugar de España. Recuerda a una ciudad árabe.

Mención especial para los autobuses, de lo más pintoresco. Son los típicos schoolbus de los Simpson, pintados y repintados con motivos religiosos, nombres de equipos de futbol, luces de neón… Premio ortera 2010. Pero muy divertidos.

Siempre hay un chico enganchado en la puerta que grita los destinos. No tiene desperdicio.

Por dentro íbamos algo enlatados. Por fin llegamos a nuestro destino, el museo arqueológico de San Salvador.

Hugo y Alberto me iban explicando los diferentes monumentos de culturas precolombinas que poblaban El Salvador.

El museo merece una visita.

Luego fuimos a la ciudad de Alberto, a “Santa tecla”.

Santa Tecla es una ciudad que está en otro departamento (aka comunidad autónoma). ¡Que pequeño es este país! Media hora en bus y estás en otro departamento…

Es una ciudad muy bonita. Hace un clima más fresco, pues estamos en la ladera de un volcán. Hay una iglesia muy grande y de madera que es preciosa. Los edificios están pintados de colores. No he estado en Cuba, pero estos edificios coloniales me recuerdan a las fotos de la Habana.

Tras una vuelta y unas fotos de gringo correspondientes, mis colegas salvadoreños me han llevado a un sitio de esos al que un turista nunca llegaría.

Era un “pizzería salvadoreña”. Y que rico! La masa hecha con harina de maíz (sabía a maíz). Una capa de queso y Loroco. El loroco es una flor que se encuentra en El Salvador y en 4 sitios más. Tiene un sabor intenso y delicioso.

Han sido las primeras tomas de contacto con el país, acompañadas de loroco, primera incursión en territorio salvadoreño.

Soyapango y el centro Fe y Alegría "San José"

Nos hemos despertado, tras muchas horas de dormir, estábamos cansadísimos.
Nada más abrir la puerta de la casa se ve un jardín paradisíaco. En realidad aquí es normal. Pero para un español medio tanta exuberancia llama la atención. Ya saqué la cámara y cacé varias mariposas, ardillas y pájaros de colores.
Después de mi recorrido naturalista por el jardín nos hemos sentado todos y hemos desayunado al estilo salvadoreño: frijoles molidos con queso. No hay mejor manera de empezar el día. Por cierto, el café está bueniiiisimo.
Después ha comenzado la ruta por el colegio.
Nora (nuestra flatmate y directora del centro) nos ha llevado a conocer la que será nuestra segunda casa durante este mes.
Por el camino se veían los efectos de la última tormenta tropical (Agatha). Agujeros y socavones por todos lados. ¡Suerte que íbamos en pick up! Por cierto, me encanta ir detrás, ya me voy adaptando al país.
Luego llegamos a nuestro destino, el centro que abastece al cantón “plan del pino” (que es nuestro barrio)
El colegio San José es enorme. Tiene 1510 alumnos, desde 4 años hasta bachilleres. Las instalaciones están bastante bien. Primero hemos conocido a los profesores del turno de mañana y luego a los de la tarde. Una gente simpatiquísima.
Me ha llamado la atención que se parecían a los profesores de mi colegio en su forma de vestir, hablar… en realidad no sé bien como explicároslo, pero sentía que eran profesores, será un estilo de vida….
Claro que lo mejor no hace falta decirlo dos veces: los niños. Son muy graciosos.
Los pequeñajos estaban encantados de tenernos aquí. Sobre todo los más chicos (de infantil). Nada más llegar se nos han acercado varios a abrazarnos y nos han dado unas lecciones de canto y baile.
Ya se sabe que los chiquititos son los más cariñosos y espontáneos. Para mis lectores maestros, deciros que algunas clases tienen 40 niños!! Imaginad como sería una clase de infantil con tantos enanos! Trabajo duro.
Luego de que los infantiles nos alegraran un poco la mañana, hemos visto al resto de alumnos.
Se nota que están muy bien educados. Siempre saludaban, y decían “con permiso” al pasar frente a nosotros.
Los mayores tenían un tema que monopolizaba al resto y que centraba casi todas sus preguntas….¿¿No sabéis cuál?? El futbol, jeje. Aquí como en muchas partes del mundo la mitad es del Barça y la otra del Madrid. Este año hay más del Barça :p
Los chicos tenían también ganas de oírnos hablar, así que nos preguntaban cosas, sólo para escuchar nuestro acento. Un dato: hasta la fecha nadie nos ha dicho gringos!
Luego de visitar las instalaciones y los alumnos conocimos a todos los profesores. Estuvimos en la “sala de maestros” e hicimos uno de esos ejercicios en los que te levantas y te presentas. Son muchos, así que necesitaremos unos días para aprender los nombres.
Llama la atención que la mayoría tienen dos trabajos o laboran mañana y tarde. Y es que en este país los maestros están mal pagados…
Por tanto, aunque sólo sea un mes, intentaremos ayudarles en la medida de lo posible.
Así concluyó nuestro primer día en Soyapango. Ahora viernes, primer fin de semana. El domingo os cuento lo que ha pasado. Y el lunes empezamos en el colegio, ¡Hay ganas!

sábado, 3 de julio de 2010

Por fin llegamos

Tras 14 horas de vuelo estamos en nuestro destino, El Salvador.

Como casi siempre que se toma un vuelo internacional, te topas con gente interesante.

Al lado mía, un sacerdote panameño me fue contando sus impresiones sobre El Salvador, Centroamérica y la zona en general.

A Arantxa (mi compañera de viaje) le toco una guatemalteca que venia de un congreso de académicos de la lengua. Era miembro (o miembra…) de la RAE en Guatemala.

Como podéis imaginar tuvimos un viaje de lo más entretenido.

Por si no fuera suficiente con nuestros interesantes compañeros, un espontáneo se acerco tras nuestro primer almuerzo (sorprendentemente bueno) y nos pidió las “chapitas” de las latas. El hombre pretendía hacer, según contó, collares y carteras. Fue una ocurrencia divertida.

El segundo vuelo, el de Guatemala-Salvador fue muy pesado. Ya teníamos ganas de llegar…

Al final, a las 18:20 hora local aterrizamos en San Salvador.

Lo primero que se ve cuando llegas en avión es un color: verde, verde y más verde.

No se nos puede olvidar que estamos en el trópico.

La correspondiente y molesta cita con inmigración fue bastante rápida, sólo 5 minutos. Nada que ver con las tres interminables horas de Israel…

Cuando (por fin) salimos del aeropuerto nos encontramos con un jolgorio de gente esperando con cartelitos y ofreciéndonos taxis. Eso si, en castellano, ¡que cómodo!

Hacía una temperatura exquisita, unos 25°. De repente, un enorme O.V.N.I. se paseó por la zona abarrotada de llegantes. Era una preciosa mariposa, más grande que mi puño, la más grande que he visto. Parece ser que aquí hay nosecuantas miles de mariposas…

Tras un par de vueltas por la zona encontramos a Víctor, la madre Nora, tres profesoras del centro y varios chavales.

Después hicimos nuestro primer viaje en pick up. Con esa palabra se refieren aquí a las típicas rancheras estilo yankee, que están por todas partes.

No vimos mucho de San Salvador porque era de noche. A pesar de todo se veía una ciudad iluminada y entre montañas dominada por un volcán, una vista preciosa.

Arantxa tuvo más suerte que yo, que caí presa del sueño nada más entrar en el pick up.

Nuestro destino y hogar durante este mes es una casa en la que viven tres misioneras de tres países diferentes: Nora, salvadoreña, Isabel, española y Cristina, cubana.

Aguardando al día siguiente nos acostamos, con la ilusión de levantarnos y ver que había ahí fuera.