Hoy voy a hablar un poco de lo que me ha parecido la sociedad salvadoreña. Creo que es un tema bastante interesante.
En general, el rasgo más destacable es la hospitalidad. Todos te acogen de buen grado, te invitan a conocer sitios. Son también muy tranquilos, mucho más que nosotros. Lo de que en Latinoamérica el tiempo pasa más despacio es verdad. Me pregunto si mis amigos alemanes resistirían este nivel de impuntualidad :P (A mi me gusta!!)
A pesar de ello, y dentro de su “mundillo” los salvadoreños presumen de ser de los más puntuales. Y en cierto modo es así. Aunque hay una diferencia importante con respecto a nosotros gringos. Es a la hora de hacer planes. Aquí la espontaneidad es la norma. No se debe uno sorprender que de repente le llamen y le digan de ir a la playa o a comer por ahí para dentro de un par de horas.
Otra cosa es lo que esta gente está pasando. Las maras causan verdaderos estragos. Casi a diario se suceden aquí y allí episodios de violencia. La sociedad está en cierto modo asustada, ya que la situación en algunas zonas está fuera de control.
Dentro de ese submundo en que viven los mareros hay territorios, líderes y rivalidades que nada entienden de leyes, mas bien aplican su propia ley (nada justa por cierto).
Hace poco fuimos a un colegio de Fe y Alegría en la Chacra, que viene a ser “las 3000” de San Salvador. El paisaje es realmente espeluznante. Se vive hacinado en un ambiente agobiante, con infraviviendas que se estrujan y forman un paisaje claustrofóbico.
El colegio entraba dentro de este juego. Está construido en pendiente y aprovechando al máximo el espacio, con lo que los niños tienen muy poco espacio para jugar.
La directora nos contaba historias que tampoco quiero deciros pues no quiero deprimir con mi post, pero os digo que eran fuertes, muy fuertes. Realmente es admirable la labor de esta gente, hay que tener un enorme coraje para trabajar con semejante ambiente.
A pesar de todo, los chicos estuvieron muy simpáticos con nosotros. Los niños son niños, aunque tengan a su padre en la cárcel o maras en casa.
También nos contó historias felices de niños que incluso habían llegado a la universidad.
Me llama la atención que en la mayoría de casos exitosos en los que el niño sale de la marginalidad y consigue una vida digna, luego vuelve y se vuelca con su barrio o con labores sociales. Parece que algunos quieren luchar para sacar la cosa adelante.
Eso es algo positivo, sin duda hay mucha gente comprometida. Los salvadoreños aman su país.
Otro tema que sin duda llama la atención es el asunto religioso. Hay una “batalla” por captar fieles. Los evangélicos y protestantes han desembarcado en el país procedentes de yankeelandia.
Hay muchas iglesias de este tipo. Se hacen notar, pues en sus ruegos divinos gritan, cantan y bailan. Es divertido, aunque a veces parece que están practicando ritos satánicos. Los pastores pegan unos gritos impresionantes utilizando un lenguaje incendiario. Creo que es su estrategia de captación, crean una especie de delirio en sus misas. A mi no me caen muy bien, pues tengo una de estas iglesias cerca de la ventana. Un día estaba cansado, me acosté y me tragué el fin del mundo :P Como digo es algo cuanto menos pintoresco…
¿Qué más? Bueno, como he dicho al principio la gente de este país es fabulosamente amable y acogedora. Y esto es sin duda lo mejor que tiene el “pulgarcito de América”.
Bonito, muy bonito! Qué experiencia y qué cantidad de cosas estas viviendo y aprendiendo. Estoy deseando de que me cuentes! Un saludete
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